Las Fiestas Patrias no existen. Colombia 2020.


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Marcos González Pérez | margonza1marcos@gmail.com

I. Tipos de Fiestas

En Colombia, desde el punto de vista histórico y siguiendo su tipología, se han escenificado ceremoniales indígenas, carnestolendas, carnavales, festivales, ferias; fiestas religiosas, estatales, nacionales, patrióticas, republicanas, cívicas, étnicas, campesinas, estudiantiles, poblacionales, políticas; fiestas protesta, gremiales, regionales, municipales, comunitarias y locales, mientras que desde el campo socio-cultural se clasifican en fiestas tradicionales, modernas y de modernización.

Este escrito trata de las fiestas que, con base en la tipología mencionada, se denominan estatales y se analiza a través de una tesis: en Colombia las fiestas patrias no existen.

II. Una ruptura

Dice Eric Hobsbawm, siguiendo a Michael Ignatieff, que «las sociedades seculares nunca han conseguido proporcionar soluciones sustitutivas de los rituales religiosos»[1], comentario que además se fundamenta mencionando el caso de la revolución francesa, dado que, según este autor, esta revolución «puede que convirtiera los súbditos en ciudadanos, puede que pusiera las palabras liberté, egalité, fraternité, en el dintel de todas las escuelas y que saquearan los monasterios, pero, aparte del Catorce de Julio, el calendario festivo revolucionario nunca hizo mella en el antiguo calendario cristiano»[2].

Mi tema, dice Hobsbawm, refiriéndose a su texto sobre la fiesta del Primero de Mayo, «es tal vez la única mella indiscutible que un movimiento secular ha hecho en el calendario cristiano o en cualquier otro calendario oficial, una fiesta que no se instauró en uno o dos países, sino oficialmente en 107 estados. Más aún, se trata de una celebración que no fue instaurada por el poder de los gobiernos o los vencedores, sino por un movimiento totalmente extraoficial integrado por hombres y mujeres pobres. Me refiero al May Day o, para ser más exacto, el Primero de Mayo, la fiesta internacional del movimiento obrero, cuyo centenario debería haberse conmemorado en 1990, puesto que se celebró por primera vez en 1890»[3].

Para quién estudia la fiesta lo importante es saber que esta, como producto social, cambia, muta, crea rupturas y experimenta metamorfosis. Como diría Michel Vovelle, se inventa, se reinventa, o construye permanencias.

III. Una idea de nación

En 1873 se encontraba en el poder presidencial la fracción política liberal, nominados radicales, quienes buscaban crear formas alegóricas en la representación del Estado-Nación en formación. En ese sentido habían emprendido una campaña para laicizar varios de los espacios, que permanecían referenciados por la simbolización religiosa, tarea en la que fue importante la erección de estatuas de los jefes militares de la lucha independentista, el rebautizo de calles y plazas con los nombres de las batallas que le dieron gloria a los ejércitos libertadores, la colocación de la primera piedra para construir un monumento en memoria de los mártires en la Plaza de los Mártires, nominada así desde 1850, o nominar Plaza Santander el espacio que se conocía como Plaza de San Francisco, entre otros ejemplos.

Monumento a los Mártires. En: Papel Periódico Ilustrado, año 1, número 10, 15 de febrero de 1882, p. 164.

Uno de sus actos políticos centrales fue la declaración del 20 de julio de 1810 como día festivo para la República, en conmemoración de la proclamación de la Independencia Nacional.

Al considerar la fecha y el suceso como Día de la Independencia, se crea un referente festivo como mito fundador del proceso de formación de una nación. Así, en los desfiles de los 20 de julio se escenificaba una idea de la unidad de los nueve Estados Federados, componentes de los Estados Unidos de Colombia. Era la era cumbre del federalismo.

En 1872, en el desfile de conmemoración del 20 de julio, se mostró una carroza alegórica conformada por nueve adolescentes ataviadas de blanco y coronadas de flores. Estas representaban los Estados, que hacían parte de los Estados Unidos de Colombia: Antioquía, Bolívar, Boyacá, Cauca, Cundinamarca, Magdalena, Panamá, Santander y Tolima. La carroza, adornada profusamente con flores en señal de alegría, transportaba la forma alegórica femenina del Estado, sublimado con el blanco de los vestidos y las guirnaldas que portaba cada una de las jóvenes como símbolo de la fiesta que hacía alusión a la libertad.  

Alegoría a los nueves estados, 1872. En: Serrano, Eduardo. Historia de la Fotografía en Colombia, Bogotá, Museo de Arte Moderno, 1983, p.8.

Bajo esta concepción se consideraba que toda la simbólica, que se manifestaba en la diversidad de cada Estado, dejaba ver también la unidad en la concepción de una nación y debía oficializarse a través de un solo festejo: el 20 de julio, día del nacimiento de «un pueblo libre, soberano, y digno de asistir al banquete de la civilización, como bien lo formulaban»[4]. Además, en el articulado de la Ley 60 de 1873, que crea esta fiesta, se considera que es una fiesta patriótica, enriqueciendo una tipología de estos festivos.

Podemos considerar que «patriótica» se relaciona con el concepto de Patria, que tanto en 1810, Acta de la Revolución, o 1819, en el recibimiento de Bolívar en Bogotá, o como en 1873, año de la oficialización de la fiesta, tenía relación con la pertenencia a un determinado suelo natal, espacio o territorio, en este caso la Nueva Granada.

Sin embargo, en los discursos o pronunciamientos desde 1810, incluyendo los de Simón Bolívar en 1819, la Patria también se relacionaba con el concepto de Libertad, noción para diferenciarse «del poder colonial»[5]. Pueblo libre y soberano eran los fundamentos conceptuales en la promulgación de la ley.

En todo caso, es una fiesta emanada del poder político, que fundamenta un imaginario de nación impulsada por el Radicalismo Liberal de mediados de siglo XIX y que, frente a los calendarios religiosos, es una ruptura de lo festivo a nivel local. Al lado de la fiesta del Corpus Christi, como evento mayor del catolicismo, ahora se ven también en las calles los desfiles de la libertad.

IV. Otra idea de nación

El aniversario de la batalla de Boyacá, aprobado oficialmente como fiesta de la nación en agosto de 1886, en el marco del inicio del gobierno de las políticas de la regeneración, buscaba consolidarlo como la fiesta que realmente debería conmemorar el Día de la independencia de Colombia. Se trataba de una disputa política, dado que a finales de siglo XIX, con la derrota militar en la guerra de 1885, el liberalismo radical pierde el poder y el control del gobierno pasa a los sectores que se denominaron de la regeneración política, en cabeza de Rafael Nuñez, sector que aprueba una nueva constitución en 1886.

El Decreto 454 de 1886, mediante el cual se declara fiesta nacional el día 7 de agosto como el aniversario de la batalla de Boyacá, tiene entre sus considerandos el enunciado de que ese día «se libró en el campo del Puente de Boyacá la gloriosa batalla que aseguró la Independencia y Libertad de Colombia».

Una afirmación que busca desvirtuar el principio según el cual el 20 de julio es el Día conmemorativo de la Independencia y de la Libertad, como lo aseguraban los liberales radicales. Además, consideran como deber conmemorar eternamente el aniversario de la gran batalla dado que es el suceso de resultados más trascendentales para la independencia de Colombia y de las demás repúblicas hermanas.

Sus fundamentos ideológicos los concebían bajo las apreciaciones de Miguel Antonio Caro, líder político de la regeneración, para quién el movimiento de 1810, «fue un movimiento generoso y fecundísimo; pero constitucional y monárquico, no republicano ni de independencia. […] El 20 de julio, afirmaba, era la fecha que correspondía a una revolución, efectivamente, pero no a una revolución que buscará la independencia»[6].

Con la aprobación de la celebración de aniversario, ordenan trasladar la estatua del Libertador, destinada para el Templete del Parque del Centenario, al sitio donde tuvo lugar aquel combate, es decir la zona donde está situado el puente de Boyacá y así crear un lugar referencial.

Así pues, se consagran referentes, lugares de memoria y tiempos diferentes, que dejan ver la complejidad, por lo menos política, en el proceso de construcción de una nación. Y digo nación, dado que el 5 de Agosto de 1886, bajo el gobierno de Rafael Núñez, se aprueba la Constitución de la regeneración, en la que se define a Colombia como una República unitaria dividida en departamentos y cuya soberaníareside en la nación.

Desde esa época pierde preponderancia el Obelisco de los Mártires como lugar sagrado de memoria de la independencia, entre otras razones por las manifestaciones de la corriente hispanista del momento, defensora de los ideales de España y de exaltación del legado histórico y cultural del imperio, reiterando, entre otros, que en la reconquista no hubo «una cruel cuchilla española contra los patriotas» y lanzan como gran festejo la fiesta del Progreso Moral, es decir las efemérides en 1892 del IV Centenario del Descubrimiento de América.

Todas estas complejas huellas, trazan la ruta de las conmemoraciones centenarias y bicentenarios de Colombia, como nación o como república. Este acto, que 200 años después, en 2019, va a crear esa confusa maraña de referentes: bicentenario del 20 de julio, del 7 de agosto, de la campaña libertadora, del ejército nacional o aceptando que cada región o localidad festeje bajo sus propios referentes, como anunciando que sí existe una nación y que deben primar los pueblos-estado, en una regresión a la época de las Juntas de Gobierno creadas en muchos lugares en la segunda década del siglo XIX.

Seguramente que lo mejor es pensar que se debe hablar de conmemoraciones de sucesos, incluyendo los regionales, antes que de bicentenarios de un solo referente. En esto, es evidente, que los colombianos no nos hemos puesto de acuerdo todavía.  

Expectantes quedamos con la conmemoración de los 200 años de la promulgación de la Constitución de Cúcuta en este 2021, por ahora «mucho cacique, poco indio» como dice un dicho popular. Por ahora está claro que aparecen fiestas patrióticas, de nación o republicanas.

V. Las fiestas Patrias no existen

En el programa de conmemoración del 20 de julio de 1920, en Bogotá, se mencionan como festejos patrios, actividades que comprenden una alborada con salva mayor de artillería y desfile de las bandas militares por las calles de la ciudad, tocando el Himno Nacional. Pero revisando lo aprobado mediante decretos, leyes y constituciones, tal parece que festejos patrios es una referencia errónea.

Si bien esta afirmación parece una provocación, no es más que una constatación obtenida al revisar los documentos que en Colombia se refieren al tema de este tipo de fiestas. Se aprobaron fiestas nacionales en 1821 y en 1886; fiestas patrióticas en 1819 y en 1873; fiestas republicanas en 1821 y fiestas cívicas en 1813, pero no fiestas patrias, salvo que consideremos que las fiestas patrióticas se refieran a la Patria, como un territorio.  

Por ahora, para entender el concepto de República, que se busca aplicar en estos análisis, me baso en lo enunciado por François Xavier Guerra[7]:

«El caso de la Nueva Granada es “singular por lo precoz y explícito de las referencias republicanas. Después de una primera ola de constituciones de estados o provincias, en 1810 y principios de 1811, en que el régimen político es claramente monárquico, hacia fines de este último año el régimen político empieza a ser definido explícitamente como republicano […]. Así, en el Acta de Federación de las Provincias Unidas de la Nueva Granada de 1811, —que no comprende Cundinamarca— figura la adopción por las provincias de una forma de gobierno republicano:

En el Acta se lee: Dice el Artículo 6º. Las Provincias Unidas de la Nueva Granada se reconocen mutuamente como iguales, independientes y soberanas, garantizándose la integridad de sus territorios, su administración interior y una forma de gobierno republicano”[8] y entendiendo la República como una “Forma de gobierno en la cual el pueblo, en cuerpo, o solamente una parte del pueblo, posee la soberana potestad”[9].

Prosigue el autor sosteniendo que «Repúblicas eran ya esos “pueblos” en el imaginario del antiguo régimen, por su derecho primigenio al autogobierno, aunque incluidas en la unidad superior del reino y de la monarquía. Con mayor razón son repúblicas después de la desaparición del rey. Pero la situación es totalmente inédita y llena de incertidumbres puesto que la falta de rey hace desaparecer las instancias superiores del gobierno y también las relaciones horizontales entre los pueblos. De ahí, por un lado, la urgente necesidad de fijar reglas de gobierno, de “constituirse” sin saber demasiado todavía si la situación de excepción es provisional o definitiva y, por otro, de buscar a tientas una fórmula de unión, designada con términos variables como federación, confederación, pacto, unión, provincias unidas, etc.»[10].

Teniendo claro estos conceptos podemos descifrar los tipos de fiestas de la época. Veamos la cronología que aparece después de 1810 lo que permite entender mejor el objeto celebrado:

20 de julio de 1873. Oficialización del Día de la Independencia, es una fiesta patriótica.

18 de Septiembre de 1819. Recibimiento de Bolívar en Bogotá: fiesta patriótica.

17 de diciembre de 1819 en el Congreso de Angostura. Ley Fundamental de la República de Colombia. «La República de Colombia será solemnemente proclamada en los pueblos y en los ejércitos con fiestas y regocijos públicos»[11]: fiesta republicana.

12 de julio de 1821.Fiesta Nacional.Ley Fundamental de la Unión de los Pueblos de Colombia, Villa del Rosario de Cúcuta. «Artículo 13. Habrá perpetuamente una fiesta nacional por tres días en que se celebre el aniversario: […] De su unión en una sola República y del establecimiento de la constitución».[12]

7 de agosto de 1886. Fiesta Nacional.

VI. El Objeto celebrado

Diía Internacional del Trabajo-Mayo 1 / 2007.

Uno de los elementos fundamentales a tener en cuenta cuando se estudia la fiesta es precisar su objeto celebrado, concepto que le da su conceptualización, define qué se celebra. Esto va siempre ligado al sujeto celebrante, es decir, quién convoca y celebra lo referencial de la fiesta que entre otra gran característica debe tener una datación y por tanto su programación. Debe realizarse en el día que conmemora un suceso y este elemento forma conjunto con el objeto celebrado, que debe mantenerse sin modificación y ligado al origen de la festividad

En Colombia es evidente que son muchos los sucesos históricos de algunas regiones los que se podrían tener en cuenta como fechas fundacionales. Sin embargo, una orientación conceptual está relacionada con el criterio según el cual las fiestas de nación pensadas, de acuerdo con Amalvi Christian, como «grandes datos que evocan sucesos memorables»[13] son inventadas desde «arriba» en el marco de lo que se considera la producción de unos imaginarios de nación[14], y generalmente son decretadas bajo relaciones de poder político[15]. Ahora  bien, es evidente que en el proceso de construcción de una nación y en la definición de sus referentes simbólicos es determinante el papel de los poderes políticos, quienes fijan calendarios festivos o aprueban emblemas sin tener en cuenta la opinión popular. Más bien muchas de estas definiciones son asumidas por quienes controlan las esferas gubernamentales.

Así, es evidente que las fiestas que se han relacionado en Colombia con la construcción de un proceso de nación tienen estas características muy bien definidas. Son creadas desde “arriba” por los sectores que ostentan un poder político, y controlan el calendario festivo. Estos grupos también son los que definen qué se celebra y en el historial de las fiestas de esta tipología, en Colombia. Encontramos fiestas nacionales, patrióticas, republicas, civiles, pero ninguna con otra referencia conceptual específica, de tal manera que nuestra conclusión es contundente: en Colombia no existen las fiestas patrias.   


[1] Referido en HOBSBAWM, Eric, «El nacimiento de una fiesta: El Primero de Mayo». En: Gente Poco Corriente, Crítica, Barcelona, 1999, p. 132.

[2] Ibíd., p. 132.

[3] Ibíd.

[4]Ver: González Pérez, Marcos. Ceremoniales, Fiestas y Nación, De los estandartes muiscas al Himno Nacional. Intercultura, Bogotá, 2012.

[5] Konig, Hans-Joachim. En el Camino hacia la Nación. Banco de la República, Bogotá, 1994, p. 201

[6]Ver: Caro, Miguel Antonio. «El 20 de julio y la Independencia». En El Tradicionista, 6, 8 y 10 de agosto de 1872.

[7] «La identidad republicana en la época de la independencia». En: Museo, Memoria y Nación. Museo Nacional, Bogotá, 1988, pp. 261 a 263.

[8]Uribe Vargas, Diego. «Acta de la Federación de las Provincias unidas de la Nueva Granada. 27. XI. 1811». En: Las Constituciones de Colombia. Madrid, 1977, tomo I, p. 367.

[9]Tomado de«Repúblique» en Encyclopédie, Paris, 1960.

[10] Guerra, François Xavier. «La identidad republicana en la época de la independencia». En: Museo, Memoria y Nación. Museo Nacional, Bogotá, 1988, pp. 261 a 263.

[11] Pombo, Manuel  y Guerra, José. Constituciones de Colombia, Tomo III, Biblioteca Banco Popular, Bogotá, 1986, p. 40 y 41.   

[12]Ibíd., p. 52 y 53.

[13] Amalvi, Christian. «Le 14 Juillet». En Nora, Pierre. Les Lieux de mémoire, Tome La Repúblique, Gallimard, Paris, 1984, p. 423.

[14] Ver: Baczko, Bronislaw. Los Imaginarios Sociales, Memorias y Esperanzas Colectivas. Nueva Visión, Buenos Aires, 1991

[15] Ver: González Pérez, Marcos. Las Fiestas de Nación. Academia Colombiana de Historia,  Bogotá, 2019

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